Bhutan ese destino tan desconocido y a la vez tan fascinante. El país que mide el PIB en felicidad, un país budista con unos paisajes increíbles, una nación de estupas sagradas, templos atrapados en las montañas. Bután ha permanecido cerrado al turismo hasta 1974. Las cámaras de televisión entraron por primera vez en 1999. ¿Qué encontrarán a su paso por el enigmático Reino del Dragón del Trueno?, encontraremos un país impregnado de budismo con una gran influencia tibetana ¿qué más se puede pedir?, naturaleza y cultura todo en uno, todo mezclado con la calidez de sus habitantes…es el país más feliz del mundo ¡no te lo puedes perder!
Gracias Esmeralda por contarnos todas tus sensaciones en esta entrada del blog…porque lo mejor es conocer las experiencias de mano de quien las ha vivido.
Bhutan, el abrazo del silencio.
Pareciera como si el universo me mandara señales para que incluyera este destino en mis preferencias. Conocer a un chico de allí, anuncios por la calle, conversaciones, parecía estar en todas partes. Así que como soy curiosa por naturaleza y me gustan los destinos poco masificados, me decante por una breve escapada.
Cuando llegué allí, me sorprendió el aterrizaje, un aeropuerto minúsculo rodeado de montañas en el que no hay lugar a la improvisación, la frenada no puede desviarse ni un centímetro. Y así, con la naturalidad que caracteriza el trabajo bien hecho, nos invitaron a salir del avión con una sonrisa amable, sincera y silenciosa.
Y eso es lo que más me llamó la atención y me invitó sin quererlo a escuchar desde la calma, porque es un silencio que abraza, que envuelve, que te hace sentir como parte de la familia lejos de marcar distancias o frialdad.
Sus gentes son tranquilas, amables, con una sonrisa en los labios y orgullosos de sus tradiciones. Pasear las calles de sus ciudades con sus edificios pintados a mano y las gentes envueltas en preciosos vestidos de colores hacen que quieras adentrarte más en su forma de vivir y ver la vida.
Sin dudarlo, cuando mi guía Thinley, me preguntó que quería llevarme de ese viaje le contesté que historias, su gente. Me encanta la fotografía y es un lugar propicio para ello, pero hay algo que se respira en el ambiente más allá de la mera estética de pueblos, ciudades y templos enclavados entre las montañas. Quería respirar eso de cerca.
Tuve la fortuna de coincidir con el festival más importante de Paro, así que mi experiencia empezó por todo lo alto, visité los templos y además pude presenciar bailes tradicionales, actuaciones y ceremonias dignas de cualquier documental.
Es mágico ver como la gente peregrina desde las diminutas aldeas y pueblos de la región para pasar una semana dedicada a esta festividad. Todo alrededor del templo era una gran fiesta.
Durante cinco días exploré una minúscula parte del país porque a pesar de que las carreteras están en perfecto estado las distancias son largas y me interesaba mucho hablar con los lugareños y parar en los puestos de comida que había a lo largo de las carreteras.
Soy una gran foodie y descubrir estas cositas por el camino hicieron de mis desplazamientos bastante entretenidos. El queso seco me encantó.
Y aunque gastronómicamente su dieta está basada en el arroz he de reconocer que su principal variedad “rojo” era nueva para mi y fue un gran hallazgo, delicioso; además tuve la suerte de hacer una degustación de arroces inflados en un pequeño pueblo donde paramos a charlar con dos mujeres que lo estaban cocinando. Después de observarlas durante un rato como cocinaban el arroz en una especie de wok lleno de tierra, no parecía muy difícil así acepté su invitación a probar, no salió bien, se quemó.
Las cosas nunca son como las vemos desde fuera, tampoco en esto.
Finalmente, después de que nos explicaran las diferentes calidades de los cinco tipos de arroz que preparaban y cómo era su venta en el mercado, la madre parecía más interesada en Thinley para casarlo con la hija que en explicarme como siendo viuda ella y su hija se las arreglan para cosechar el arroz y hacerse cargo de unas cuantas vacas que poseían.
Un shooting de una boda en unos de los templos, una ceremonia de monjes budistas que esperaban la visita del gobernador y una competición de tiro con arco fueron las sorpresas que nos fuimos encontrando por el camino.
Y así, con la belleza de lo simple, y sin alardes, Bhutan conquistó mi corazón con sus gentes, sus paisajes y sus templos. Aunque uno de sus templos tuve que conquistarlo yo, en lo alto de la montaña, el templo del tigre es uno de los lugares más espectaculares que yo haya pisado en mis viajes, además, me nevó en la ascensión ¿podría haber sido más místico mi último día en el país? Yo creo que no.
Bhutan es mágico y las fotos no dejan respirar el aroma que emana del lugar, sólo imaginarlo. Por eso, sé que volveré.
Esmeralda Antón López.
Si como Esmeralda quieres descubrir este destino, cuenta con nosotros. Que no te lo cuenten ¡vívelo!.Bhutan 2019