Mi experiencia de 4 años en India.
Aún recuerdo el día que aterricé por primera vez en la T3 del IGI, allá por el año 2012. Es difícil describir las sensaciones que sentí pero lo que nunca olvidaré será, y por este orden, el calor que hacía pese a ser las 11 de la noche, la mezcla de olores que experimenté y la moqueta de la terminal de llegadas
No era el destino soñado pero desembarcaba con la ilusión de iniciar un nuevo proyecto tanto personal como profesional. Pasar de Hollywood a Bollywood suena cuanto menos interesante. He de reconocer que los primeros meses no fueron nada fáciles pues India es un país complicado. A los problemas habituales que supone el traslado de un país a otro nuevo hay que añadirle la dificultad misma que ofrece el propio país, tanto por el choque cultural, como por el ritmo de desarrollo del propio país. Creo que para vivir en India hay que ir con la mentalidad muy abierta y con las pilas cargadas de paciencia a tope. Ese fue mi gran error pues, ni lo uno, ni lo otro me acompañaba en la maleta.
El primer reto con el que me enfrenté fue registrarme en la oficina de inmigración, el conocido como FRRO. Es el típico lugar al que llegas nada más aterrizar (tienes 14 días para registrarte), y te sientes impotente, recuerdo que pensé, que era el trato más mal educado que había recibido desde hacía tiempo. Allí llegas creyendo que con tus instrucciones sacadas de internet y todos los papeles que se piden en la mano será llegar entregar y listo. Pues nada más alejado de la realidad, al trato que recibes le tienes que sumar el mareo con los papeles. Vamos que siempre está incompleto y te toca volver. Lo peor vino cuando me enteré que este trámite era anual y tendría que volver. En ese momento es cuando piensas lo bien que te hubiese venido que alguien experto te hubiese acompañado y ayudado a gestionarlo.
La segunda prueba viene cuando te pones a buscar casa. Elegir zona, tratar con los arrendadores… todo inconvenientes. Me pasé los primeros meses dedicada por completo a trabajar entre semana y los fines de semana a buscar casa. Una vez más creo que haberlo podido subcontratar me hubiese ahorrado tiempo, dinero y sobre todo dolores de cabeza.
Pasados los primeros meses, todo empezó a avanzar en gran parte porque comencé a conocer gente que, o bien estaba en la misma situación o bien, había pasado por ello antes. En India lo mejor que te puede pasar es conocer a alguien que ya pasó por lo mismo que tú. Entonces todo empieza a parecer que marcha. Ya tienes un hombro en el que llorar. Y así es como, poco a poco, esa gente que aparece en tu vida se convierte en tu familia y en tu mejor apoyo para todo. Soy de las que ha hecho muchos y grandes amigos en India. Amigos de los que son para siempre y puedo decir que por ello mereció la pena. La complicidad que surge es indescriptible probablemente solo comprensible por el que ha pasado por lo mismo.
Tras los caóticos primeros meses y una vez instalada me decidí a intentar descubrir y disfrutar del país. Todo eran buenas intenciones, viajar, acostumbrarme a la comida picante, interactuar con la gente local…. De todo lo anterior, lo que más me apetecía era viajar, siempre me ha gustado conocer lugares nuevos y diferentes y para ello, India era el lugar perfecto. Ahora bien, lo que inicialmente me parecía un maravilloso plan se me fue enquistando. En India todo lleva su ritmo, incluso los viajes. El principal impedimento es la distancia que separa unos sitios de otros lo que unido a las deficientes infraestructuras hace que el aventurarte a emprender un viaje se te pueda llegar a hacer cuesta arriba si no lo llevas todo atado. No lo voy a negar, muchos viajes de mi primera etapa los deseché por ese motivo. No me sentía con fuerzas de dejarlo a la improvisación tras ver los problemas con los que me encontraba en mi día a día.
Por ello cuando mi madre decidió que quería venir a India a pasar conmigo sus vacaciones pensé, tengo que organizarme y prepararlo para que sea una gran experiencia para ella. Que sienta que aquí estoy de maravilla y que descubra lo que la India te puede ofrecer. Hacía ya tiempo que conocía a Olga y Ion y justo se acaban de embarcar en el proyecto de In2light. No lo dudé ni un minuto. Me puse en sus manos y les dejé que me organizasen su visita. Todo salió a la perfección, visitas, guías, traslados… Para mí fue una tranquilidad. Desde entonces In2ligh se convirtió en un referente y he acudido a ellos para todo lo que he necesitado, desde el asesoramiento para un posible traslado de casa como a los recomendables viajes. Después de mi rechazo inicial creo que ahora puedo decir que mi paso por India fue positivo y sin duda in2light puso su granito de arena para que así fuera. Son perfectamente conscientes de las necesidades que un país como India requiere. A mí nunca me han fallado.
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